miércoles, 24 de octubre de 2012

Técnica Slow Food

Clara contraposición con la comida rápida y las técnicas globalizadoras, creó el movimiento "Slow food" -comida lenta, en su traducción del inglés-, presente hoy en más de cien países. Tres son las claves que sostienen esta opción alimentaria: educación y formación en los sabores y alimentos cercanos, apoyo a los pequeños productores y desarrollo de la biodiversidad autóctona.
En los orígenes del movimiento se buscó educar el gusto y encontrar el placer en la alimentación, que nada tiene que ver con la gula o la sobre-alimentación. Al igual que se aprende a reconocer los colores o se logra distinguir las notas musicales, la pretensión inicial de "comer lento" fue reconocer las variedades alimentarias con el claro propósito de estimarlas. La calidad de los productos que se encuentran en las cadenas de alimentación está probada científicamente, pero establecer una sana relación con la comida es más fácil si se valoran las características de los alimentos para dotar de placer el encuentro con ellos.


Alimentarse no es sólo cumplir con una obligación, un trámite o una necesidad, alimentarse puede ser un momento de disfrute, una pausa entre las obligaciones, un punto de encuentro con uno mismo. Esto mantiene el "slow food". ¿Cómo lograrlo? Disfrutando de un tomate de huerta en verano o del plato típico de una región, interesándose por su nombre, su procedencia y su técnica culinaria.
Reconocer el sabor:
Tiene el objetivo de descubrir, catalogar, describir y dar a conocer los sabores olvidados.
Acercar y reconocer el agro y la cabaña:
Hacer un hueco en la despensa al "slow food" es incluir productos artesanos y fórmulas tradicionales entre la compra diaria. La supervivencia de pequeños agricultores, de minifundios y de técnicas que no se miden en la eficacia depende de que el mercado valore su presencia.
Mercadillos, talleres, ferias son puntos de encuentro no sólo con la comida, también con la literatura que rodea a ese producto. Si bien el etiquetado es obligatorio, las preguntas sobre su procedencia, sobre su uso, sobre sus características obtendrán respuestas concretas en su procurador. El movimiento aspira a que se reconozcan y se valore lo cercano no globalizado sino particular, los alimentos y productos tradicionales. Encontrarse despacio con la comida.
Proteger la biodiversidad:
Los métodos de trabajo de bajo impacto medioambiental, la reducción de pesticidas y el respeto al ambiente en el que se originó ,son pilares para que la producción agrícola y zootécnica posibilite el intercambio con el ecosistema circundante.
Se trata de salvaguardar los alimentos, las materias primas, las técnicas de cultivo y de transformación heredadas por los usos locales consolidados en el tiempo.
En definitiva, que la acción del ser humano contra el medio ambiente no provoque un aceleramiento en la extinción de las especies similar a la de los dinosaurios, por lo que la toma de medidas globales basadas en el desarrollo sostenible es fundamental.

Mucho más que lo opuesto a rapidez:
"Slow food" ha superado la limitación de ser la alternativa o la oposición del "fast food".Invita a comer despacio, lo contrario a comer rápido, un hábito alimentario que se ha relevado como muy perjudicial. Y por el contrario, comer despacio ayuda a equilibrar el menú, logra mayor y más temprana sensación de saciedad.
Así queda recogido con evidencia científica, y se destaca en un catálogo de cocina sana,donde se facilita además conseguir menús saludables. Vivir despacio está de moda, no sólo en la alimentación. En la arquitectura se conoce como "slow home" y en el turismo "slow travel". En definitiva se trata de tomarse la vida con un poco más de calma.




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